Incrementar
el conocimiento de productores locales de las provincias de Tequendama y
Sumapaz sobre el uso sostenible y conservación de orquídeas nativas, con
énfasis en los municipios de San Antonio del Tequendama y Fusagasugá, fue el
propósito de este proyecto de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación
de Cundinamarca que involucró a 200 viveristas, más de 60 representantes de
entidades regionales, 23 de autoridades locales y ambientales, y 60 estudiantes
de entidades educativas de la región.
El
proyecto “Investigación e innovación tecnológica y apropiación social
de conocimiento científico de orquídeas nativas de Cundinamarca”, con
una inversión superior a los $3.400
millones, tuvo en cuenta tres componentes: el primero, crear una base en
conocimiento biológico, socioeconómico y normativo sobre el aprovechamiento de
las orquídeas en la región de estudio.
El
segundo componente es crear conocimientos sobre la ecología, genética y
propagación de un grupo de especies priorizadas por su potencial de
aprovechamiento sostenible, y el tercero, el diseño de una estrategia de
apropiación social del conocimiento generado.
En
desarrollo del proyecto se visitaron más de 50 viveros que cultivan orquídeas
en la región y se registraron las características socioeconómicas de los
productores, como principal actor asociado al uso de las orquídeas.
De esa
manera se visitaron 28 municipios en Cundinamarca para actualizar la
información sobre las poblaciones silvestres de 10 especies priorizadas. En
este proceso se registraron cerca de 180 especies, además de estudiar las
mejores técnicas de cultivo tradicional e in vitro de las
especies Oncidium alexandrae, Oncidium luteopurpureum, Oncidium
ornithorhynchum, Cattleya trianae y Comparettia macroplecton.
Lo
anterior permitió la producción y entrega de más de 5.000 plantas de las
especies priorizadas y otras de interés comercial a 80 beneficiarios, así como
200 frascos con plantas in vitro en etapas avanzadas de
crecimiento.
Los
resultados obtenidos a lo largo del proyecto fueron compartidos con los diferentes
actores involucrados, principalmente viveristas, a través de talleres, cursos,
capacitación y la publicación de un libro y una cartilla.